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La oración, la persistencia y la fe

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  1.- Lee la palabra de Dios “Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: «Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Vé, y dí a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel”.  1 Reyes 18:41-46 2.- Reflexiona Los tiempos de sequía espiritual, donde no vemos nada, prueban nuestra fe. Podemos desanimarnos, dejar de orar y de congregarnos; o por el contrar

La casa edificada sobre Cristo

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  1.- Lee la palabra de Dios “Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros. Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo. Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo”.   Josué 3:5-7 2.- Reflexiona Josué le pidió a la gente que se separara de todo lo impuro y se consagrara por completo al Señor. Un milagro estaba próximo a ocurrir, el río Jordán se iba a abrir para que su pueblo llegara a la tierra prometida. Por medio del milagro que siguió a estas palabras, el pueblo llegó al convencimiento de que la mano de Dios estaba sobre su nuevo líder Josué. A través de este pasaje se nos hace un llamado a un tiempo de santificación y consagración a Dios. Como dice  Josué 3:5 : “santificaos, porque Jehová hará mañan

Adoremos a Dios

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  1.- Lee la palabra de Dios “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran”.   Nehemías 9:6 2.- Reflexiona En tiempos de Nehemías la restauración no solo se limitó a los muros físicos y la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén, sino que se levantó un avivamiento cuando el pueblo restauró su condición espiritual y se acercó a Dios y a su Palabra, confesando sus iniquidades y clamando en voz alta a Jehová su Dios, adorándolo de corazón,  Nehemías 9:4-5 Una profunda adoración a Dios comienza cuando confesamos nuestros pecados y reconocemos que hemos transgredido sus mandamientos. Si su Majestad suprema es reconocida por toda su creación, nosotros sus hijos, aún más debemos reverenciarlo reconociendo que Él gobierna, sobre todo. Nehemías 9:3  dice: “Y puestos de pie en su lugar, leyeron el l

Consagrándonos de nuevo

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  1.- Lee la palabra de Dios “Que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”.  Nehemías 1:2-4 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.  Jeremías 29:12-13 2.- Reflexiona Nehemías vivía en Susa la capital del reino persa y estaba trabajando como copero del rey. Recibió la visita de su amigo Hanani quien le trajo malas noticias sobre Jerusalén, su ciudad natal estaba derribada, desprotegida y sus hermanos en gran calamidad. Él lloró de tristeza, hizo duelo y buscó el rostr

Nadie es más grande que tú

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  1.- Lee la palabra de Dios “Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!”  1 Reyes 18:36-39 2.- Reflexiona Este es un gran ejemplo de fe. Elías hizo un altar para el holocausto y pidió al Señor que descendiera fuego del cielo y lo consumiera; con esto demostraría la grandeza de Dios a un pueblo que se había inclinado a dioses ajenos, para que recapacitaran y se volvieran al Dios verdadero. Hay personas que claudican entre dos pe

El reino eterno

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  1.- Lee la palabra de Dios “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”.   Daniel 2:44-45 2.- Reflexiona Daniel interpretando el sueño del rey Nabucodonosor dijo que habría una sucesión de reinos: el babilónico, el medo-persa, el griego y el romano, pero el punto clave es que todos esos imperios del mundo llegarían a su fin, ninguno sería eterno. Daniel habló entonces de un reino que nunca sería destruido, sino que duraría para siempre, este reino se basa en la roca cortada de un monte y no por manos humanas, una roca que rompió el hierro, la arcilla, el b