¿Cómo está tu corazón? Probablemente esta pregunta te llevará a pensar en el estado o la condición física de tu órgano. Dirás: no he sentido ningún dolor extraño, no sufro de arritmias cardiacas, he visitado a mi médico regularmente y todo se encuentra bien. Y aunque externamente nuestro corazón se encuentre sano, no es esto a lo que la palabra de Dios nos está llevando a meditar. En realidad, la pregunta que se nos está haciendo es: ¿Cómo está tu corazón internamente? En ese lugar donde ni los médicos, ni tú mismo puedes llegar. Ahí, donde solo Dios puede entrar y explorar a cabalidad.
¿Qué crees que encuentra el Señor allí?¿Amor, gozo, paz, bondad, mansedumbre? O por el contrario ¿adulterio, fornicación, envidia, celos? En el Antiguo Testamento podemos ver que los fariseos pensaban, como muchos hoy en día, que sus corazones eran rectos delante de Dios, pero al ser examinados por Jesús, se ponía al descubierto la maldad que había en su ser “y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?”Mateo 9:4 De continuo en ellos había maldad, y el mayor problema que tenían era su falta de capacidad de reconocer que eran pecadores y que necesitaban del Señor para poder ser sanos. Y es que esto mismo nos puede estar pasando a ti y a mí, nos diagnosticamos como personas con corazones sanos, creyendo que tenemos la autoridad para poder hacerlo, pero si observamos el salmo 139:23 podemos ver que el único capaz de determinar el estado actual de nuestro corazón, solo es Dios. Porque Él es el único capaz de escudriñar lo profundo de nuestros pensamientos, de nuestro ser y ver si en nosotros existe algún tipo de maldad. Y así como Él es el único especialista que puede dar un diagnóstico, también es el único que nos puede recetar la medicina correcta para nuestro mal. ¿Y cuál es la receta?Proverbios 3:1,7-8“Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;…No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”. La clave está en:
– No olvidarnos de su ley (escudriñar de día y de noche las escrituras)
– Guardar sus mandamientos (obedecer)
– No ser sabios en nuestra propia opinión (oración)
– Temer a Jehová (respetar su autoridad)
– Apartarnos del mal (dejarnos guiar por nuestro ayudador, el Espíritu Santo de Dios)
Si hacemos esto entonces podremos decir que nuestro corazón se encuentra bien, pero primero, necesitamos reconocer que no podemos solos, pues “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”Mateo 9:12b. En ti y en mi debe estar el anhelar permanecer con el Médico de médicos, Dios.
En David, Dios encontró un corazón conforme al suyo (Hechos 13:22); en Abraham, uno lleno de obediencia (Hebreos 11:8); en Job uno perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal (Job 1:1) ¿y en nosotros qué tipo de corazón encontrará el Señor?
Señor, tú me conoces por completo y nada puedo ocultar delante de ti, hoy me postro en tu presencia y te pido examines mi corazón y me permitas conocer lo que atesoro en él porque quiero tener un corazón limpio, que te agrade. Te lo pido en el Poderoso nombre de Jesús. Amén.
1.- Lee la palabra de Dios “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” Hebreos 13:8 2.- Reflexiona ¿Alguna vez nos han defraudado y traicionado? Creo que muchas veces, pues los humanos somos poco confiables. Difícilmente mantenemos nuestra palabra y cumplimos nuestras promesas y defraudamos a otras personas que confían en nosotros. Experimentar la pérdida de la confianza es algo doloroso en nuestras relaciones interpersonales, pues esto afecta todo nuestro ser. Nos volvemos recelosos y en el futuro nos es difícil volver a confiar. Cuando se trata de nuestra relación con Dios, a veces proyectamos nuestras experiencias pasadas con personas imperfectas y nos cuesta confiar en Él, que es perfecto. Nos es difícil confiar en Dios porque nuestros padres u otra figura de autoridad nos lastimaron, o pensamos que no ha respondido a nuestro clamor cuando más lo necesitamos. Aunque el dolor de esas experiencias son reales, nunca debe cambiar lo que Dios es. Su Palabra nos enseña p...
1.- Lee la palabra de Dios “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:10 2.- Reflexiona El pasaje anterior lo usó Pablo, un hombre que por causa del evangelio sufrió persecución, pero que Dios le reveló la plenitud que se encuentra en la gracia de Dios. A pesar de ser un gran intelectual, un maestro de la ley, incluso una persona moralmente muy íntegra, todo esto no le servía para nada sin Cristo: “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” ( Filipenses 3:5-7 ). Sin bien no hemos sufrido lo que Pablo sufrió, si tenemos para nosotros la misma gracia superabundante que obró e...
1.- Lee la palabra de Dios “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13-14 2.- Reflexiona Anhelamos ser llamados a misiones especiales, a trabajos retadores o experiencias extraordinarias, pero el llamamiento supremo no tiene que ver con logros materiales, ni profesionales, sino que es el llamado de Dios en Cristo . ¿Qué significa la expresión “en Cristo” ? o ¿qué significa que Dios me ha llamado en Cristo Jesús? Semánticamente la preposición “en” en este contexto denota o significa posición, esta posición se explica en Gálatas 3:26-28 : “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo , de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos voso...
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