“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir (…) ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.”
¿Estoy dando a los demás conforme lo que Dios me ha dado? Es muy fácil responder con agrado cuando todo va bien, es fácil amar a quiénes nos aman, tratar de forma amable a quien con amabilidad nos trata. Sin embargo, cuán difícil es saber reaccionar cuando la situación cambia.
Por ejemplo, ¿qué es lo que sale de nuestro corazón si nuestro esposo (a), hijos, padres, amigos, u otra persona nos ofende? Reaccionamos conforme al perdón que Dios nos ha dado y decimos ¡Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen! o por el contrario, ¿respondemos con palabras ofensivas, guardamos resentimiento y los ignoramos? O peor aún, ¿nos quedamos callados porque no queremos decir “nada hiriente” pero por dentro; en nuestra mente y corazón; estamos diciendo lo que en voz alta no debemos?
Es claro que ante estas circunstancias la mayor parte del tiempo no reaccionamos conforme lo que la palabra nos enseña, pues al analizar nuestro actuar vemos que es nuestro orgullo por quien nos dejamos dominar; pues es quien se levanta en contra de lo manifestado por Dios y nos impulsa a victimizarnos; a persistir en la rabia, en la tristeza y el dolor que causó la ofensa; a rivalizarnos; a juzgarlos y aún a querer castigarlos.
Ahora, ¿reaccionamos igual cuando nosotros somos los que cometen la ofensa? Acaso ¿anhelamos que nuestra familia, amigos y demás seres queridos nos midan con la misma vara con la que medimos? O por el contrario, ¿queremos ser tratados con gentileza?
Como vemos, en esta situación se cumple lo que la palabra nos dice, intentamos sacar la paja que hay en el ojo de nuestro prójimo, pero bajo la severidad, bajo la fuerza; y nos hemos olvidado que en nuestro propio ojo hay una gran viga que es la que nos está impidiendo ver a los demás bajo la lupa del amor de Dios.
Hermanos, hemos sido llamados para dar de lo mismo que nuestro Señor Jesucristo nos dio; amor, perdón, paciencia, benignidad, bondad, misericordia; pero también para tratar a los demás como queremos ser tratados (Lucas 6:31).
Padre, tú me has dado amor, has sido misericordioso conmigo y por eso te alabo, porque no me has tratado conforme mis actos sino conforme a tu gracia y bondad. Perdóname Señor porque de eso tan abundante que me has dado yo no he sabido manifestar. Quiero ser como tú, pues tú hablas con bondad, tratas con benignidad y llevas en todo momento paz. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
1.- Lee la palabra de Dios “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:10 2.- Reflexiona El pasaje anterior lo usó Pablo, un hombre que por causa del evangelio sufrió persecución, pero que Dios le reveló la plenitud que se encuentra en la gracia de Dios. A pesar de ser un gran intelectual, un maestro de la ley, incluso una persona moralmente muy íntegra, todo esto no le servía para nada sin Cristo: “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” ( Filipenses 3:5-7 ). Sin bien no hemos sufrido lo que Pablo sufrió, si tenemos para nosotros la misma gracia superabundante que obró e...
1.- Lee la palabra de Dios “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” Hebreos 13:8 2.- Reflexiona ¿Alguna vez nos han defraudado y traicionado? Creo que muchas veces, pues los humanos somos poco confiables. Difícilmente mantenemos nuestra palabra y cumplimos nuestras promesas y defraudamos a otras personas que confían en nosotros. Experimentar la pérdida de la confianza es algo doloroso en nuestras relaciones interpersonales, pues esto afecta todo nuestro ser. Nos volvemos recelosos y en el futuro nos es difícil volver a confiar. Cuando se trata de nuestra relación con Dios, a veces proyectamos nuestras experiencias pasadas con personas imperfectas y nos cuesta confiar en Él, que es perfecto. Nos es difícil confiar en Dios porque nuestros padres u otra figura de autoridad nos lastimaron, o pensamos que no ha respondido a nuestro clamor cuando más lo necesitamos. Aunque el dolor de esas experiencias son reales, nunca debe cambiar lo que Dios es. Su Palabra nos enseña p...
1.- Lee la palabra de Dios “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13-14 2.- Reflexiona Anhelamos ser llamados a misiones especiales, a trabajos retadores o experiencias extraordinarias, pero el llamamiento supremo no tiene que ver con logros materiales, ni profesionales, sino que es el llamado de Dios en Cristo . ¿Qué significa la expresión “en Cristo” ? o ¿qué significa que Dios me ha llamado en Cristo Jesús? Semánticamente la preposición “en” en este contexto denota o significa posición, esta posición se explica en Gálatas 3:26-28 : “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo , de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos voso...
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