Ser llenos del Espíritu Santo






“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Hechos 2:4



El Espíritu Santo fue enviado desde el cielo para morar en cada creyente con un propósito verdadero: que seamos testigos de Jesucristo predicando el evangelio; vemos desde el inicio de esta gran comisión cómo a los apóstoles se les dijo que esperaran en Jerusalén mientras llegaba sobre ellos la promesa del Padre, que era el Espíritu Santo, a través del cual recibirían el poder para predicar (Hechos 1:4-58).


Promesa que se cumplió según Hechos 2 el día de Pentecostés cuando estaban todos reunidos, manifestándose un viento recio y la aparición de lenguas repartidas como de fuego, siendo así llenos del Espíritu Santo, a través del cual recibieron el poder para hablar de las maravillas de Dios según Él se los concedía. Lo curioso del caso es que algunas personas se sorprendían y se maravillaban de ver y escuchar esto, mientras que otros se burlaban diciendo que estaban llenos de vino (Hechos 2:12). Pero es justamente esto lo contrario a ser llenos del Espíritu Santo y de lo que la Escritura en Efesios 5:18nos advierte no hacer cuando dice “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,”


La llenura del Espíritu Santo como veíamos en el caso de los Apóstoles se nos da para concedernos el poder y denuedo de predicar o contar las maravillas, prodigios y señales de Dios en Jesucristo nuestro Señor, pero es un estado que no logramos cuando nos embriagamos con cosas que no honran a Dios, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, sino que es algo que obtenemos cuando nos disponemos a buscar a Dios, escucharlo y obedecerlo; actividad que podemos hacer de manera individual y colectiva a través de la lectura de su Palabra, la aceptación y sumisión a los mandatos que ahí encontramos, la adoración y el canto de acuerdo con lo que en ella se nos habla y dando siempre gracias a Dios en el nombre de nuestro Señor Jesucristo (Efesios 5:18-20).



Padre, gracias por esa promesa cumplida del Espíritu Santo en nosotros; te pedimos que nos ayudes a entender que no nos ha sido dado para nuestro propio beneficio o vanagloria, tampoco por nuestras buenas obras, sino que lo hemos recibido como un don al creer en Jesucristo nuestro Señor y nos ha llenado para concedernos el poder y la dirección de cumplir con la gran comisión, en el nombre de Jesús, amén.













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