Pedro conoció el amor de Cristo, su gracia y restauración
“Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.”
“De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.”
Pedro, un líder entre los discípulos de Jesús, en su forma de ser, actuando de manera impulsiva, el día de la última cena, le hace una promesa al Señor diciéndole: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré”. Al igual que Pedro, en ocasiones nosotros los creyentes actuamos de la misma forma, y hacemos promesas a Dios que no podemos cumplir. A veces tenemos buenas intenciones y el deseo de agradar y hacer la voluntad de Dios, pero cometemos un gran error, tratamos de hacerlo en nuestras propias fuerzas, pensando que el hecho de haber caminado junto a nuestro Salvador nos capacita para enfrentar los desafíos solos; por eso Jesús en el huerto de Getsemaní le dice a sus discípulos y nos recuerda a nosotros la importancia de la comunión con Dios, como está registrado en Mateo 26:41 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil».
Pedro y los otros discípulos no pudieron velar y orar como lo hizo el Señor, Jesús salió fortalecido gracias a la intimidad con su Padre, y cumplió su propósito, Pedro, al igual que los demás, terminó asustado y negando a su Maestro, algo que no lo tomó por sorpresa, pues sabía que esto pasaría, por eso después de su resurrección, Cristo vuelve a buscar a Pedro y a los demás, quienes habían regresado a sus antiguas labores, y esta vez en medio de un desayuno Jesús le da una profecía a Pedro de cómo moriría, mostrándole que esa promesa que algún día le hizo, se cumpliría, pero no por la fuerza y el valor de Pedro, sino más bien por la gracia y el poder de Dios; así mismo Dios nos vuelve a buscar para decirnos: SÍGUEME, pues no es por tu fuerza sino por mi GRACIA que cumplirás mi propósito.
Señor Jesús, gracias porque al igual que con Pedro, cuando he fallado, tú me has vuelto a buscar y por tu gracia me has vuelto a restaurar, gracias porque tu amor inagotable diariamente me recuerda el propósito por el cual me has llamado. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario