Santificado sea tu nombre, parte 2
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.”
Generalmente, cuando una persona escucha la frase “santificado sea tu nombre” en la oración conocida como el Padre Nuestro, suele pensar que esta expresión lo está llamando a alabar el nombre de Dios y decirle que Él es “Santo, Santo, Santo”, pues en algunos apartes de la Escritura encontramos tal alabanza para Dios. Sin embargo, siendo esto completamente válido, esta pequeña frase realmente nos está revelando algo mucho más grande y profundo.
Para entenderlo, vamos a tomar como ejemplo un relato encontrado en Ezequiel 36:16-21, y básicamente lo que aquí se muestra, es cómo Dios mismo dice que su pueblo por andar en malas obras y haciendo su propia voluntad, ha profanado o contaminado su nombre delante de las naciones a donde iban, pues era conocido por todos que Israel era el pueblo de Dios.
Y entonces de la misma manera sucede hoy en día con todos aquellos que decimos creer y ser hijos de Dios, pues somos su pueblo, a quienes Él ha escogido y ha santificado para que anunciemos no solo con nuestras palabras sino mucho más con nuestras acciones, las virtudes, la esencia y el carácter de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9).
Para esto, la Escritura en 1 Pedro 1:22 nos enseña que, purificando nuestra alma por la obediencia a la verdad de la Palabra de Dios en el poder del Espíritu Santo, estaremos en toda la capacidad para amarnos unos a otros con corazón puro y para un amor fraternal no fingido, cumpliendo de esta manera el propósito de santificar el nombre de nuestro Dios, pues Dios es amor y nos ha llamado a amarnos unos a otros como Él nos ha amado (1 Juan 4:7-8).
Padre bueno, perdóname por todas las veces en que no he sido un fiel testimonio de lo que tú eres. Hoy te pido en el nombre de tu Hijo que sigas perfeccionando mi carácter en el poder de tu Espíritu Santo para que todo lo que piense, diga, haga y omita este impregnado de tu fragante olor, amén.
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