Santificado sea tu nombre, parte 3
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.”
Es un hecho que cada hijo de Dios por la fe en Jesucristo ha sido limpiado y santificado; la palabra “Santificado” derivada de “Santo” quiere decir: apartado o separado por Dios y para Dios. Esta santidad posicional otorgada a todo creyente ha sido posible por la vida santa de Jesucristo, pues Él afirmó “y por ellos yo me santifico a mí mismo”. Adicionalmente, la Escritura en Colosenses 1:21-22dice “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;” lo que comprueba que gracias a la vida de total dependencia y obediencia a Dios que Jesús vivió, ha sido posible nuestra santificación.
Hoy en día podemos nosotros presentarnos libre y confiadamente delante de nuestro Padre Dios, porque estamos limpios y sin mancha, pues la sangre derramada por Jesús en la cruz nos limpia de todo pecado y nos ha hecho santos.
Sin embargo, tal y como lo declara la Escritura en 1 Corintios 1:2, en Cristo Jesús hemos sido santificados, pero también somos llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre del Señor, santos en toda nuestra manera de vivir; y para esto, el apóstol Pedro en su primera carta nos insta a que ajustemos o fortalezcamos nuestro entendimiento, pues dice Él, antes estábamos nosotros en ignorancia acerca de la gracia y del conocimiento de Dios, y por ello andábamos en los deseos de nuestra carne. Pero ahora, conociendo la gracia de Dios y su verdad, hemos de ser santos, porque Él es Santo (1 Pedro 1:13-16).
Padre, gracias por el conocimiento y la revelación que de tu Palabra me das; gracias por no dejarme en mi ignorancia y poner en mí tu Santo Espíritu, gracias porque por medio de Él obrando en la vida de mis hermanos, me edificas grande y profundamente. Te pido en nombre de tu Hijo, que tu Palabra en mi corazón sea como semilla en tierra buena, germinando, creciendo y produciendo mucho fruto para la gloria de tu Santo nombre, amén.
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