Vida de obediencia. Parte 1
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.
La clave de la vida cristiana es la obediencia a nuestro Padre Dios. Jesús fue muy claro con esta enseñanza, prácticamente dijo: “el que escucha lo que enseño y hace lo que yo digo es el que obedece”. Y esto es tan cierto, pues podemos escuchar mucho la Palabra de Dios, pero si no la llevamos a la práctica entonces de nada nos sirve. El deseo de Dios es que nos vaya bien en todo, pero el secreto es la obediencia.
Este pasaje nos habla de construir nuestra vida sobre roca firme y no sobre arena, esto depende de cuanto escuchamos y hacemos lo que Dios dice. Podemos ser aquella persona que sabe escuchar y hace lo que el Señor pide; entonces, pueden venir todas las adversidades y fuertes tormentas, y podemos resistir. El secreto es en qué base estamos parados, en qué fundamento hemos construido nuestra vida espiritual.
También podemos ser esa persona que escucha, pero no hace lo que Dios le dice, sino lo que a bien le parece, es un insensato, su base es arena y cuando viene la lluvia y el viento con todo su ímpetu su casa espiritual cae y queda destruida.
Jesús siempre habló con toda autoridad por eso debemos escucharlo y obedecerlo. En la vida de la iglesia las personas que caminan firmes, que les pasan situaciones, pero permanecen, es porque aprendieron a obedecer. El anhelo de Dios es que nos vaya bien siempre y que aun en medio de vientos borrascosos nosotros nos levantemos y sigamos firmes. El Señor Jesús en Apocalipsis 2:10 nos desafía a ser fieles hasta la muerte, dice: “no temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
La vida cristiana es un gran proyecto de construcción, por eso debe hacerse en un terreno firme y seguro para que soporte la estructura. Sabemos que nuestro fundamento es Cristo, nuestra Roca firme, se trata de obedecer entonces sus palabras que son espíritu y son vida, (Juan 6:63). Tengamos en cuenta que Cristo está puesto como cimiento y toda otra cosa fuera de Cristo es arena. El Señor nos haga constructores sabios para la eternidad. Entonces, nada nos separará de su amor.
Mi amado Jesús, es mi anhelo construir mi vida, la de mi familia y la de la iglesia sobre terreno firme, gracias por ser el cimiento de mi vida espiritual, ayúdame a escuchar tu Palabra, ser sabio y entendido para obedecerte en todo. Que mi corazón sea ese buen terreno donde tu Palabra caiga y produzca fruto. Espíritu Santo dame la disposición total de obedecer lo que me enseñas en tu Palabra, en el nombre de Jesús, amén.
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