La procrastinación. Parte 2
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Por ejemplo, en vez de pensar:
“Esta actividad o tarea que me han puesto en mi iglesia no es interesante o placentera”, recordemos lo que dicen las Escrituras: “Nosotros somos colaboradores de Dios” (1 Corintios 3:9a) y como colaboradores cada uno de nosotros tiene una función especial e importante que desempeñar: “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.” (Romanos 12:4-5).
“No soy capaz”, tengamos presente: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
“No es mi habilidad”, por el contrario, gloriémonos de buena gana aun en nuestras debilidades para que repose sobre nosotros el poder de Cristo, porque cuando somos débiles, entonces gracias a Jesús, somos fuertes (2 Corintios 12:9b-10).
“Siento ansiedad e inseguridad”, desechemos esto porque “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7), además debemos traer a nuestra memoria que no estamos solos pues “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad” (Romanos 8:26a).
Padre llévame a renovar mi entendimiento por medio del conocimiento de tu palabra, porque cuando coloco tus pensamientos en la mente de Cristo que por fe me has dado, entonces entiendo que no debo procrastinar sino más bien ser diligente y actuar conforme lo que me has enseñado, amén.
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