El reino eterno
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”.
Daniel interpretando el sueño del rey Nabucodonosor dijo que habría una sucesión de reinos: el babilónico, el medo-persa, el griego y el romano, pero el punto clave es que todos esos imperios del mundo llegarían a su fin, ninguno sería eterno.
Daniel habló entonces de un reino que nunca sería destruido, sino que duraría para siempre, este reino se basa en la roca cortada de un monte y no por manos humanas, una roca que rompió el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro en pedazos, Daniel 2:34-35.
Esa roca “golpeó la estatua” y se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra. Ahora a través del lente de Jesús, vemos que esa roca es Cristo como dice 1 Pedro 2:4-8 “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados”.
Isaías 28:16 nos dice “por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure”. Esa piedra es el Hijo de Dios, su origen divino, su reino eterno. Su reino ha tenido un crecimiento desmedido y llegará el día en que llenará toda la tierra. En la actualidad hay más de 2000 millones de personas que profesan el nombre de Jesús. Alegrémonos porque su reino no tendrá fin.
Jesús no buscó la afirmación humana vino a obedecer a su Padre y buscó complacerlo, estuvo dispuesto a morir por la salvación de la humanidad. Él es Santo y sublime, adorémosle hoy.
Padre amado gracias por tu inagotable amor mostrado al enviar a tu Hijo a morir por nuestros pecados y dar salvación a toda la humanidad. Tú eres Santo Jesús y reinas por la eternidad, gracias por llamarme de las tinieblas a tu luz admirable y trasladarme a tu reino eterno, ya no pertenezco a este mundo sino a ti, por eso quiero adorarte eternamente y para siempre, amén.
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