Ser amigo de Dios
“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.”
“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.”
La amistad con el mundo es enemistad contra Dios, la amistad con el mundo es incierta y llena de traiciones, desengaños y dobleces; en contraste, la amistad con Dios es la amistad con un Padre bondadoso, lleno de amor, un Dios justo que para darnos su amistad dio en sacrificio a su propio Hijo, para que creyendo nosotros en él fuese pagado el precio de nuestra condena. Así como Abraham inició esta amistad cuando le creyó a Dios, nosotros, creyendo en Jesús por medio de su sangre nos es contado por justicia y somos entonces sus amigos: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” (Gálatas 3:14). El Espíritu Santo es la garantía de nuestra amistad eterna con el Padre.
Padre amado, gracias porque me ofreciste tu amistad enviando a Cristo a salvarme, cuando era enemigo tuyo por mi pecado, pero Cristo pagó el precio de mi maldad con su muerte y al resucitar confirmó la victoria que ahora por la fe tengo también para mi. Te adoro Señor por amarme tanto y darme tu Espíritu que me confirma que soy ahora tu amigo. En el nombre de Jesús. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario